domingo, 11 de agosto de 2013

El agua buena.

MANUEL VALENCIA CASTRO
EL SIGLO DE TORREÓN
17/JULIO/2013


Me encuentro en Toronto, en la provincia de Ontario, Canadá, a donde viajes fuera de los límites urbanos, te encuentras con grandes lagos y ríos caudalosos, es una región rica en agua. Para una persona como yo, que tiene echadas sus raíces en un desierto y que cada año espera por lo menos una lluvia normal dentro del promedio, estar aquí es casi como un sueño. Porque además en los últimos años ha llovido muy poco y la sequía nos tiene en tres y dos. 

En la casa donde amablemente fuimos recibidos, no existe más infraestructura hídrica que la tubería que llega y la que distribuye dentro de la casa el vital líquido. No hay hidros, ni bombas, ni tinacos, estamos en el tercer piso y la presión del agua es superior a la que produce cualquier hidro allá en mi tierra, recordé que alguna vez, guardadas las debidas proporciones, también nosotros teníamos una presión adecuada que no requería de ningún accesorio para aumentarla, pero algo ocurrió y ahora quienes pueden no tienen más remedio que agregarlos a su casa y quienes no pueden, atenerse a las molestas e insalubres restricciones o tandeos del agua entubada, así las cosas. 
Había olvidado el sabor del agua, después de la cena de recibimiento tuve sed y busqué el botellón del agua y no lo encontré, con pena pregunté y me indicaron sin ningún complejo que se tomaba el agua de la llave. Cuando me serví el agua y la tome, vinieron más recuerdos a mi mente, el sabor del agua buena, lo había olvidado, el sabor era simple y llanamente aquel que también alguna vez tuvo el agua de la llave de mi casa. No estoy descubriendo una nueva propiedad física del agua, pero si tomas hoy día agua de la llave de casi cualquier parte de la Comarca Lagunera, el sabor será salado y, si la tomas de una botella de esas que son carísimas, será insípido por la ausencia casi total de sales. Nosotros utilizamos los términos agua dulce para diferenciarla del agua salada de los mares y los océanos, pero en realidad son más que un término, se trata del agua que bebemos que nos quita la sed, que nos satisface y nos agrada.
 El agua que actualmente bebemos en la Comarca Lagunera dejó de ser no solamente buena, también dejó de ser segura. Muchos amigos se resisten a comprar el agua embotellada que aunque no es refrescante, aparentemente es segura. Yo dejé de hacerlo, primero porque empecé a notar hace ya muchos años, el arcoiris plateado y violáceo que se forma cuando el agua se contamina con aceite, y aunque no era todo el tiempo temí por la salud de mi familia. Actualmente, se ha agregado la contaminación por arsénico y flúor, la cual si bien es general, ignoro esta información para el caso particular de donde vivo, y ante esta situación mejor prevenir, si es que así se le puede llamar a tomar agua embotellada, que lamentar. 
Las cosas han cambiado y muy poco se hace para mejorar la disponibilidad de agua buena. El uso de filtros a pie de pozo o domiciliarios, efectivamente pueden retirar las sales del agua, incluyendo las de arsénico, sin embargo, la disponibilidad del líquido ha disminuido dramáticamente y no está claro qué decisiones se van a tomar para resolver este problema. Por otro lado, la recurrencia de las sequías agravan cada vez más el asunto, porque por un lado disminuye el agua que corre por el río y que es almacenada, regulada y derivada de las presas, y por otro, como resultado del primero, se sobreexplota aún más el agua del subsuelo o acuífero subterráneo, alejando cualquier posibilidad de solución a corto plazo. 
La historia nos dice que cuando el agua se gestiona de manera como se hace en la Comarca Lagunera, la desertificación acaba con la disponibilidad del recurso y conduce a la desaparición de sociedades, que como la nuestra depende de una Cuenca Hidrológica que tiene como característica la escasa e irregular precipitación pluvial. 
Pero el problema más grave es, por desgracia, que lo que se está ocasionando se sabe, se conoce, lo cual significa que voluntariamente estamos acabando con el elemento vital y de paso con nuestra capacidad de permanecer.

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/893083.el-agua-buena.html

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